Second Life girará más y más hacia su otro origen, el de ser un gran basurero de simulación de formas industriales. Los optimistas insistirán en que no es nada diferente a asimilar los imaginarios traumas de el post de una catástrofe planetaria. Nuestra tarea será que esos síntomas resulten perversamente placenteros. Que el mundo sea deseable en sus ruinas. El Metaverso se convertirá en un gigantesco museo de desperdicios.